Our Man in Havana
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:22:02
- ¿Quién es?
- Nuestro hombre en La Habana, señor.

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No ha enviado informes todavía,
ni ha captado subagentes.

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¿Cómo es?
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Comercial. Está en importación.
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Espero que sea de fiar, Hawthorne.
Los mediocres sólo perjudican.

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Por supuesto, señor, por supuesto.
Uno de esos comerciantes a la antigua.

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- ¿Pero no ha dicho nada en absoluto?
- Sólo un telegrama, señor.

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Pidiendo que pagáramos su acceso
al club de campo.

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- Aunque no sé si hacerlo.
- ¿Por qué?

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Pues porque...
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es unas 10 veces más caro
que el mejor club de Londres.

:22:35
Un sitio de millonarios.
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Ahí debe estar nuestro hombre.
Perfecto para hacer contactos.

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No sea tacaño, Hawthorne.
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No es así como los viejos comerciantes
hacen negocio.

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- ¿Lee usted a Kipling?
- No, señor.

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- ¿Cómo se comunican?
- Le enseñé el código del libro, señor.

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Le di Cuentos de Shakespeare.
Parece que sólo lo usa para leer.

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Envíele un telegrama, Hawthorne.
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Todo hombre que ejerce la autoridad,
acata la autoridad.

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Apunte.
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De parte de "C".
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Es esencial reclutar agentes sin demora.
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Envíe nombres propuestos
para comprobación.

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¿Quizá estoy siendo muy exigente?
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El club de campo tiene una cuota
de 500 libras, señor.

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¿Quinientas?
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Añada esto, Hawthorne.
:23:21
¿Para qué puede servir el club
sino para reclutar agentes?

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Vamos.
:23:35
¡Padre!
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¿Qué haces aquí?
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Pensaba que ya era hora de visitar el club.
:23:42
- ¿No es preciosa?
- Cuídala bien.

:23:50
Perdone, señor. ¿Puedo ayudarle?
:23:52
No, gracias. Soy miembro.
Me llamo Wormold.

:23:55
- Ah, el padre de la Srta. Milly.
- Exacto.

:23:57
Perdone, señor.

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