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Pero tendrán que creernos cuando vean
a sus propios muertos caminar de nuevo,
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resucitados por nuestros avances.
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En cuanto hayas reclutado
suficientes muertos,
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ve con ellos a las capitales
de la tierra, que nada se os oponga.
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Usaremos a sus propios muertos
para que acepten nuestra existencia.
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Así nos creerán.
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Señor y señora Trent,
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el coronel Edwards
de Washington DC.
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- Buenas tardes, coronel.
- Hola coronel.
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El coronel quiere
hacerles algunas preguntas.
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¿Preguntas?
¿ Sobre qué coronel?
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- ¿Puedo sentarme?
- Lo siento, claro.
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Quiero preguntarles sobre
el platillo de la otra noche.
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Después de eso
la policía me trajo a casa.
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Espero no volver
a ver nada parecido.
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Con lo que me ha dicho creo
que yo tampoco querría verlo.
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Una cosa más...
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La ráfaga de viento que le tiró
al suelo, ¿era caliente o fría?
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Es difícil de explicar.
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No era caliente ni fría,
era una fuerza inmensa.
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No podíamos levantarnos del suelo.
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La luz me cegó
y no podía ver nada.
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Solo sentíamos la presión del viento
hasta que desapareció.