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horrores cuyo recuerdo, en lugar
de borrarse con el paso de los años,
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creció de manera monstruosa hasta
dejar su mente conmocionada, inestable.
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Tanto así, que la muerte,
al llegar, fue una dichosa liberación.
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- Disculpen, caballeros. ¿Podemos hablar?
- No, no podemos.
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¿Sr. Delambre? Mi sentido pésame
por la muerte de su madre.
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- Apártese de nuestro camino.
- Soy un periodista acreditado.
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Lo que es es un chismoso acreditado.
Haga el favor de dejarnos en paz.
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¿Por qué no quiere
que hable con su sobrino?
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¿Por las preguntas sin respuesta
sobre la muerte de su hermano?
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Todo muy misterioso:
primero lo llamaron asesinato.
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Luego, suicidio.
Primero detuvieron a Hélène Delambre.
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Después la dejaron libre. Todo muy raro.
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Granville, váyase de aquí.
y no vuelva a emplear esa táctica.
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lnspector Beauchamp. Usted participó
en el encubrimiento, ¿ verdad?
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Será un artículo interesante, se lo aseguro.
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Gracias, inspector Beauchamp. La prensa
puede ser desagradablemente insistente.
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Debe comprender su ansia
por revelar un misterio.
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Sí. El inspector Charas
y usted fueron muy amables.
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- Sólo ayudé a Charas. Era su caso.
- No.
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No, su ayuda fue inestimable.
Nunca lo olvidaré.
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Tuvo que soportar mucho, monsieur.
Si puedo ayudarle en algo, llámeme.
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Gracias.