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Parecéis dos pájaros
en un nido de serpientes.
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Podéis hablar con libertad.
No tengo secretos para Joab.
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Hemos venido a hablar con su alteza.
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¿ Sobre qué? Soy jefe del ejército,
no un simple ministro de Estado.
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Se trata del rey.
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- ¿Por qué no habláis con él?
- Porque se niega a escucharnos.
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Está suscitando críticas entre su pueblo.
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¿ Quién osaría murmurar
contra el gran Salomón?
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Su relación con la reina de Saba
es ahora un escándalo público.
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Y lo que es peor, se ha llevado
a esa pagana a vivir a palacio.
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Hasta se ha atrevido a alojarla
junto a sus propios aposentos.
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Esto no es asunto mío, sino suyo.
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Pensamos que quizá quieras
hablar con él, hacerlo razonar,
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recordarle que esto no sólo
preocupa al sumo sacerdote,
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sino también al profeta y al consejo.
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¿Pretendéis que reprenda a su majestad?
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Os olvidáis de que es el rey.
El rey no puede equivocarse.
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Alguien tiene que hacer algo.
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Yo no. Tú eres su chambelán
y tú el sumo sacerdote, Zadok.
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Haced algo vosotros.
lntentad razonar con él.
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Esperábamos la ayuda de su alteza.
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Y os la presto.
Tenéis mi apoyo y mi bendición.
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- Gracias por recibirnos.
- No hay de qué.
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Siempre a vuestro servicio.
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Esa reina no habría sido más oportuna
ni aunque la hubiésemos traído nosotros.
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Tiene al clero en su contra.
El consejo lo condena.
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lncluso el pueblo habla de su vergüenza.