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-¿Y su mujer?
-Nos la sacamos de encima.
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-¿La--?
-No, no fue necesario.
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Convencí al buen Dr. Willet...
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que ella estaba
perdiendo la cabeza...
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que se imaginaba cosas raras...
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hasta que su propio esposo
estaba en contra suya.
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La encerrarán.
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¿Pero y si el Dr. Willet
regresa?
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Se enterará que
Charles Dexter Ward...
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se jubiló a su estado
en Nueva Inglaterra.
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¿Saben de alguna ley que
prohíba a un hombre...
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residir en su propia propiedad?
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Comencemos otra vez.
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Ya ven lo que le sucedió
al pobre Gideon.
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¿Qué haremos al respecto?
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¡Hagamos algo!
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¡Tras él!
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¿Qué ha sucedido?
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¿No sabe realmente
lo que sucedió, Sra. Curwen?
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Mi apellido es Ward.
No, no lo sé.
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-Vinimos a ver a Gideon.
-Entonces venga a ver.
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Ahí está Gideon...
y cada uno de nosotros...
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a no ser que hagamos
algo al respecto.
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Un minuto.
¿Saben cómo sucedió esto?
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No sucedió así nomás, doctor.
Alguien causó que sucediera.
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¿Quién lo causó?
¿Sabe quién lo hizo?
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-Sí, y usted también.
-¿Quién?
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El hombre que juró hacerlo.
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El hombre que usted llama
Charles Dexter Ward.
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¡Mi esposo jamás haría algo así!
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¡Está mintiendo!
¡Todos son cómplices!
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Sra. Ward, será mejor
que venga conmigo.
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-¿Adónde vamos?
-De vuelta al palacio.
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Debemos sacarlo de allí
antes que esta gente...
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decida tomar las cosas
en sus propias manos.