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-¡Te dije que confesaras y ha funcionado!
- No ha funcionado.
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¿Ni de casualidad? Déjame adivinar.
¿Quieres pegarme?
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¡No, no me pegarás! ¡Pero quieres
hacerme daño! ¡George, por favor!
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- ¿Está el Sr. Kimball?
- No.
- ¿Es usted la Sra. Kimball?
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- Sí, pero estoy muy ocupada.
- No hay problema, lo arreglo con Ud.
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Este es el certificado. Nos pagó
con este cheque de 1.000 dólares,
1:36:37
y pensé que
sería mejor traerle un recibo.
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- ¿Le dió a usted un cheque de 1.000 dólares?
- Sí.
- ¿Para qué?
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Para su sepulcro en Green Hills. Vaya
a verlo el domingo con su marido.
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- Ahora está precioso. Todo florece.
- Un momento, por favor.
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- ¿Mi marido ha comprado un sepulcro?
- Sí. ¿No se lo dijo?
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No.
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¡Dios! ¡Tengo que controlar mi lengua!
¡Tenía que ser una sorpresa!
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- Espero que no le quite la ilusión.
- No, al contrario.
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Así que realmente se lo inventó todo.
¡No hay ninguna otra mujer!
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¡No! ¡Pero reservó
un sepulcro para otro hombre!
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El Sr. Kimball ha pensado en todo.
Reservó para el segundo marido.
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¡Una idea única! ¡La utilizaremos
para la nueva campaña publicitaria!
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Sólo espero que el Sr. Kimball
no se enoje por habérselo dicho.
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- ¡Oh! Se me ocurre algo, Sr...
- Akins.
- ¡No le diremos nada!
1:37:48
Envíeselo por correo y así no
se enterará nunca de que yo lo sé.
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- ¡Bien! ¡Así podrá sorprenderla!
- Sí.
- ¡Es usted un sol! Gracias, gracias.
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Gracias a usted, Sr. Akins.
Oh, lo siento.