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Necesitamos saber con certeza
si reconocéis a los hijos de la reina Ana...
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como herederos al trono.
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El rey en el parlamento me dice que lo son.
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- ¿Cómo no reconocerlo?
- ¿Estáis dispuesto a jurarlo?
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- Sí.
- Entonces, ¿por qué no aceptáis la ley?
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Porque contiene además otras cosas.
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Justo. Sir Thomas, dice en el preámbulo
que el primer matrimonio...
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con Catalina era ilegal,
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por ser ella la viuda de su hermano y no
tener el Papa autoridad para sancionarlo.
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¿Es eso lo que negáis?
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¿Es eso lo que discutís?
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¿Es eso de lo que no estáis seguro?
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¡Insultáis a su majestad y al consejo
en la persona del señor arzobispo!
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Yo no insulto a nadie.
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No juro. Y no os diré por qué no lo hago.
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- ¡Vuestros motivos deben ser desleales!
- No "deben serlo", podrían serlo.
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¡Es una clara deducción!
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La ley requiere algo más
que una deducción, la ley requiere hechos.
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No puedo juzgar
vuestra postura legal en el caso,
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pero hasta conocer
cuáles son vuestras objeciones,
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creo adivinar cuáles son vuestras
exigencias espirituales.
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Si estáis dispuesto a adivinar eso,
no tendréis dificultad en mis objeciones.
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Entonces, ¿tenéis objeciones a la ley?
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¡Eso ya lo sabemos, Cromwell!
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No, mi señor, vos no.
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Podéis suponer que hago objeciones,
sólo sabéis que no presto juramento,
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y por ello,
legalmente no podéis perjudicarme más.
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Pero si tuvierais razón al suponer
que tengo objeciones y también...
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al suponer que mis objeciones
son desleales,
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la ley os permitiría cortarme la cabeza.
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Oh, sí.
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Bien hecho, Sir Thomas.
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Llevo bastante tiempo intentando
aclarárselo a su excelencia.