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Lo lamento. Pensé que eso podría reconfortarla.
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En realidad no era de él. Es una vieja insignia mía
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Un error mío.
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Esa sí es la cara de un luchador.
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Quítele todas esas plumas elegantes,
póngalo en las fatigas de la batalla...
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...él casi podría ser un paracaidista.
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Resulta que él fue
uno de los generales de Napoleón.
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De verdad?
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Apuesto que envió un buen botín a casa ¿eh?
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Ese candelabro, por ejemplo.
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Cuando se apoderó de Venecia.
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- Coronel.
- ¿Sí?
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- No quise ser tan descortés.
- Descuide.
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- Aún no vuelvo a ser yo misma.
- Por supuesto. Entiendo.
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Fue muy gentil de su parte decirme esa mentira.
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Le deseo suerte en conseguir
un nuevo comando, Coronel.
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Yo prefiero poner mi fe en la táctica,
con sólidos refuerzos tras de mi.
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Bueno, ¿hay alguna forma en que pueda ayudarlo?
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Ahora que lo menciona, Condesa...
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...Yo podría utilizar tropas de élite
como usted a mi lado.
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Pensaba que tal vez...
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Coronel, el señor DeGuyot lo verá ahora.
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- El Coronel Raspeguy, señor.
- Señor.
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Cuando mi sobrina me pidió recibirlo,
su nombre ya me era familiar.
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Gracias. Adorable dama, la Condesa.
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Para el Ministerio, el asunto es
si darle o no darle...
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...otro comando, o pedirle la renuncia.
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- Yo nunca renunciaré, señor.
- Es su problema.
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Tengo algunas preguntas que hacerle,
extraoficialmente, desde luego. Tome asiento.
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Gracias, prefiero de pie.
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Es un hábito que desarrollé siendo pastor.
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El General Melies se queja de que
desobedeció sus órdenes en Dien Bien Phu.
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Varias veces, señor.
La primera vez para capturar una colina.
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- La segunda vez...
- Déjelo.
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El General Melies parece tener alguna razón.
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Sí, señor, y capturamos la colina.