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Al hacer una película, a veces
lleva días rodar una sola escena
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que puede que salga un minuto en pantalla.
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El clima y el cielo
tienen que coincidir en cada toma.
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Esa escena no se rodó en un día.
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Se rodaría en una semana,
quizá dos, y luego se montaría.
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Ahí es donde un director
como Bob Wise es inestimable,
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porque su sentido del montaje
está siempre presente.
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Sabe adónde va y de dónde viene.
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Lo bueno de él es que sabes
que no va a andar tonteando
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y haciendo cosas que no
van a hacer falta después,
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porque tiene las ideas muy claras.
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En los primeros días del cine,
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muchos directores adquirían
experiencia en la sala de montaje.
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Eran montadores antes de ser directores.
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Ese sentido de la organización
en una película era muy importante.
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Mucha gente cree que, si has sido
montador y te conviertes en director,
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ruedas menos ángulos y menos metraje,
porque ya sabes cómo va.
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Están equivocados.
Como director que ha sido montador,
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sabes lo maravilloso que es
tener cubiertos todos los ángulos,
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para tener un montón de metraje
con el que trabajar cuando terminas.
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Probablemente, los directores que
han sido montadores ruedan más ángulos.
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El Yang-Tsé en llamas
tenía mucho metraje, no sé cuánto,
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pero era un guión largo
y había un montón de metraje.
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Esto es interesante. En esta escena,
Collins le quita el arma a MacLeod