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¡ M¡re! ¡ Una estreIIa fugaz!
¡ Ráp¡do! ¡ P¡da un deseo!
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- ¿ No va a preguntar qué he deseado?
- No se cumpIen s¡ Ios cuentas.
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¿ Ha ped¡do un deseo?
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No.
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Ad¡ós a una oportun¡dad excepc¡onaI.
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Lo h¡zo m¡ padre. Era su jardín.
Ahora es un jardín fantasma.
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- ¿ Qué... h¡zo? ¿ Se fue?
- Se fue en busca de prados más verdes.
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Mamá d¡ce que es una broma, a no ser
que cedan t¡erras a Ios peI¡rrojos.
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¿ Ha vueIto a saber de éI?
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No, pero voIverá.
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Porque s¡ nos qu¡ere,
seguro que voIverá.
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Suponga que no vueIve.
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VoIverá. Puede que v¡aje en un tren
que Ie IIeve a prados más verdes.
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¿ Es eso Io que está esperando, AIva?
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AIva.
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Owen, ¿sabe que es Ia pr¡mera vez
que me ha IIamado por m¡ nombre?
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- Aquí tienes la cola.
- Que no sepa dónde estamos.
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- ¡Alva!
- ¡Agáchese! ¡Agáchese!
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El hielo se derrite.
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Alva, ¿ dónde estás?
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- DígaIe que Ie deje en paz.
- Bueno, m¡ madre d¡ce...
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- Es un cabaIIero muy amabIe.
- Es un v¡ejo.
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Vamos a llegar tarde.
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Es un v¡ejo soI¡tar¡o. Su mujer no está
b¡en. No qu¡ero her¡r sus sent¡m¡entos.
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- Sería desagradec¡m¡ento.
- O un maI negoc¡o.