1:31:01
las siguientes, solemnes, frías líneas...
1:31:04
Oídlas atentamente,
1:31:08
preparados para el doloroso
efecto que tendrán...
1:31:11
en vuestra perturbada
imaginación.
1:31:15
No creáis que me hallo
al borde de la muerte...
1:31:19
pues no conozco aún la vejez...
1:31:22
Descartad toda comparación
con el cisne...
1:31:26
cuando huye su espíritu...
1:31:30
y no veáis ante vosotros más que un
monstruo cuya figura me alegro...
1:31:35
no podáis contemplar... aunque
menos horrible que su alma...
1:31:39
No soy un criminal, sin embargo...
Y ya he dicho bastante.
1:31:44
¡Viejo Océano! Apenas visto, un
suspiro prolongado de tristeza...
1:31:50
como un murmuro de tu brisa
sobre la arena...
1:31:54
se abre paso, dejando rastros
indelebles en el alma conmovida.
1:32:00
Vuelven los recuerdos de tus amantes,
a veces insensiblemente...
1:32:06
el brusco despertar del hombre a un
dolor que nunca volvió a abandonarlo...
1:32:11
¡Yo te saludo, viejo Océano!
1:32:14
Supongo que el hombre cree en
su propia belleza por vanidad...
1:32:18
pero en el fondo duda de ella.
1:32:21
¿Por qué miraría con desprecio,
si no, la figura de su semejante?
1:32:26
¡Yo te saludo, viejo Océano!
1:32:29
¡Océano, me pregunté muchas veces
qué es más difícil de conocer...
1:32:35
si tu profundidad, o la
del corazón humano...!
1:32:38
Puedo decir que a pesar de todo
la profundidad del océano...
1:32:43
no resiste comparación con
la profundidad...
1:32:47
del corazón humano.
1:32:50
Le quedan a la psicología
muchos progresos por hacer.
1:32:53
¡Yo te saludo, viejo Océano!
1:32:55
¡Viejo Océano! Desde oscuras
profundidades mueves tus olas...