:27:02
Es curioso, no soy cobarde por naturaleza.
:27:04
Precisamente en mi país
se me conoce por El Bravo.
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El Bravo. ¿No me diga?
:27:12
He vivido seis sangrientas revoluciones.
En las Naciones Unidas, he escuchado...
:27:17
impasible un discurso de nueve horas
del delegado búlgaro.
:27:20
Sin embargo, al tratarse del dentista...
:27:23
Todos tenemos
nuestras pequeñas debilidades.
:27:26
- Yo tengo algunas grandes.
- Vamos, señor Sánchez.
:27:28
No puedo remediarlo.
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Una enfermera de uniforme
es algo muy provocativo.
:27:33
Ni florituras, ni adornos,
sólo la verdadera mujer.
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Bien, sostenga esto con el dedo.
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Eso es.
:27:42
Estese quieto, señor, o la verdadera
mujer le va a radiografiar la nariz.
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Quieto.
:27:51
Eso es.
:27:53
Gracias.
:27:56
Ya está.
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Srta. Dickinson, es usted una mujer
muy atractiva, aunque intente ocultarlo.
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Yo diría que con éxito.
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Pero los latinos
sabemos desvelar la belleza.
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Durante siglos, nuestras mujeres han ido
tapadas con mantillas, trajes largos, velos.
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Nosotros como autodefensa
hemos desarrollado el instinto...
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- de averiguar lo que hay debajo.
- Le voy a dar otra cita.
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Es encantadora, querida,
es un placer hablar con usted.
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- Una mujer que vale la pena conocer.
- ¿Qué le parece el viernes a las 5:00?
:28:26
- ¡Estupendo! ¿Dónde quedamos?
- Es una cita con el Dr. Winston.
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Me gustaría que saliéramos una noche,
con velas, dulces guitarras...
:28:33
- ¿Nos acompañará su mujer?
- No le gustaría a usted. A nadie le gusta.
:28:37
¿Qué tal el viernes
tras la cita con el doctor?
:28:40
Señor Sánchez, no puedo.
Es usted un hombre casado.
:28:42
No lo entiendo.
Si soy un hombre casado, es asunto mío.
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¿Qué tiene que ver con usted?
:28:47
A mí no me importaría
que usted estuviera casada.
:28:50
Señor Sánchez, ¿cómo está?
Venga, puedo atenderle ahora.
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Pero yo no puedo atenderle a usted.
:28:57
Srta. Dickinson, perdóneme
por haberla dejado así esta mañana.