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que he dividido en tres mi reino
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y que es mi firme decisión
liberar mi vejez de tareas y cuidados,
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asignándolos a sangre más joven,
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mientras yo, descargado,
camino hacia la muerte.
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Mi yerno, duque de Cornwall,
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y tú, mi yerno de Albany,
es mi voluntad en esta hora
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hacer pública la dote de mis hijas,
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para evitar futuras disensiones.
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El rey de Francia y el duque de Borgoña,
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son rivales pretendientes de mi hija
menor,
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y es forzoso responderles.
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Bueno, hijas...
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Decidme, ¿cuál de vosotras
me ama más?
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para que mi largueza se prodigue
con aquélla
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cuyo afecto rivalice con sus méritos.
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Goneril, mi primogénita, habla
tú primero.
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Señor, os amo más de lo que
expresan las palabras,
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más que a vista, espacio y libertad,
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mucho más de lo que estimen único
o valioso;
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no menos que a una vida de dicha,
belleza y honra;
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tanto como nunca amara hijo
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o fuese amado padre;
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con un amor que apaga la voz y ahoga
el habla. Así y mucho más os amo yo.
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¿Qué dirá Cordelia? Amará en silencio.
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Que estas tierras, de esta raya a ésta,
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sean tuyas y de los descendientes tuyos
y de Albany a perpetuidad.