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¿Por qué no regresó él?
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Me declaró que no desea volver.
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¡Ah, no desea!
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Señor, a mi entender, aquí han
comenzado
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a tratar a Vuestra Majestad,
sin el debido respeto.
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¿Dónde está mi badulaque?
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Hace dos días que no le veo.
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Señor, desde que la joven señora marchó
a Francia, el bufón está muy apenado.
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No sigas: ya me he fijado.
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Ve a decirle a mi hija que quiero
hablar con ella.
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¡Llamen a mi bufón!
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¡Ah, sois vos, señor! Venid, señor aquí.
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¿Quién soy yo, a quién veis vos en mí?
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Usted es el padre de la duquesa.
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¿El padre de la duquesa?
¡Bribón del duque!
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- ¡No consiento que me peguen!
- ¡Y batirte cual balón, se puede?
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Gracias, amigo. ¿Quién eres tú?
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Un hombre honrado, señor.
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Tan pobre como el rey.
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Si tú siendo súbdito eres tan pobre
como él siendo rey,
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desde luego eres pobre.
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¿Qué quieres?
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Servir a vos.
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Si después de comer me sigues gustando,
te quedas para siempre.
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Aquí tienes por tu servicio.
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Permitid que me sirva a mí también.
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¿Qué hay, mi listo amigo? ¿Cómo estás?
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- Más te vale llevar mi gorro.
- ¿Por qué, muchacho?
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Por hacer de tonto, pues está de
la parte del que pierde.
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Ves a este chalado,
a dos de sus hijas ha desterrado,
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y a la tercera la ha bendecido
sin haberlo concebido.
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Quien servirle ha de desear,
mi gorro ha de llevar.
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¡Cuidado canalla!
¿Ves el látigo?
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A la verdad la echan de la casa, cual
perro guardián que dejan en la calle,
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mientras que la adulación,
cual señora perra,
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se la deja junto al fuego apestando.
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¡Eres un bobo malévolo!
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¿Sabes qué diferencia hay, entre un bobo
malévolo y uno benévolo?