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¿Qué quieres?
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Servir a vos.
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Si después de comer me sigues gustando,
te quedas para siempre.
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Aquí tienes por tu servicio.
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Permitid que me sirva a mí también.
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¿Qué hay, mi listo amigo? ¿Cómo estás?
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- Más te vale llevar mi gorro.
- ¿Por qué, muchacho?
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Por hacer de tonto, pues está de
la parte del que pierde.
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Ves a este chalado,
a dos de sus hijas ha desterrado,
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y a la tercera la ha bendecido
sin haberlo concebido.
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Quien servirle ha de desear,
mi gorro ha de llevar.
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¡Cuidado canalla!
¿Ves el látigo?
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A la verdad la echan de la casa, cual
perro guardián que dejan en la calle,
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mientras que la adulación,
cual señora perra,
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se la deja junto al fuego apestando.
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¡Eres un bobo malévolo!
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¿Sabes qué diferencia hay, entre un bobo
malévolo y uno benévolo?
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No, joven. Dímela.
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Quien su país ha hecho pedazos,
y así lo ha repartido,
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se habrá unido a los pelmazos
y mi suerte habrá compartido.
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Codo con codo andaremos,
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¡dos tontos de remate!
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¡Uno con gorro de memo,
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otro sin gorro que se ate!
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¿Me dices tonto?
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Los demás títulos has repartido
y este es tuyo, natural.
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No es tan bobo como parece.
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Para el bobo, este es un día amargo,
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ya no encuentra qué hacer:
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el listo ha ocupado su cargo,
pues se ha atontado, a saber.
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Oye, ¿desde cuándo estás tan cantarín?
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Abuelo, desde que convertiste
a tus hijas en tus madres;
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pues, cuando les diste la vara
y te bajaste el calzón,
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el gozo las hizo gemir
y a mí el dolor cantar,
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al ver que mi rey ha de divertir