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¿Dónde está ese canalla!
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Huyó por ahí, señor, al ver que
no podía...
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Espera. ¡Perseguidle! ¡Corred tras él!
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"Al ver que no podía", ¿qué?
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Convencerme de que os asesinara.
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¿Qué hay, noble amigo? Apenas llegado,
me cuentan noticias sorprendentes.
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Si son ciertas, no habrá condena capaz
de castigarlo. ¿Cómo estáis, señor?
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Con mi viejo corazón destrozado,
señora.
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¿Iba a daros muerte el ahijado de
mi padre? ¿Vuestro Edgar?
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¡Ah, señora! La vergüenza querría
ocultarlo.
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¿No habrá hecho amistad con esos
libertinos del séquito de mi padre?
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No lo sé, señora. ¡Es horrible, horrible!
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Sí, señora. Se juntaba con ellos.
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Por lo visto, esa gentuza le incitó
a matar a su padre,
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para que todos, junto al asesino,
puedan derrochar vuestras rentas.
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Esta misma noche he sido informada
de ellos por mi hermana, en carta suya.
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Cuando vengan a alojarse en nuestra
casa, yo no estaré.
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Edmond, me dicen que has prestado
un gran servicio filial a tu padre.
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- ¿Están persiguiéndole?
- Sí, señor.
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Tú, Edmond, cuya obediencia y valer
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han hablado por sí mismos,
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pasas a mi servicio.