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Sargento, mi nombre es Callaghan.
Soy el abogado del Reverendo O'Malley.
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Tengo una orden para su liberación
firmada por el juez Gloster.
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- Esto tomará algunos minutos.
- Iré a decírselo.
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Les doy las gracias.
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Les agradezco que hayan venido aquí...
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y por traer esta deliciosa comida
para mí y los demás prisioneros.
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- ¡Amén!
- ¡Sí, por supuesto!
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Porque todo lo que han hecho por ellos,
lo han hecho por mí.
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- Así lo quería usted.
- Alabado sea el Señor, hermano.
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- ¿Y su bandeja, hermana Minnie?
- Es toda suya, Reverendo.
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Gracias, pero le agradecería
que se la diera a la hermana Iris.
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- Si usted lo dice, Reverendo.
- Eso digo, hermana.
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Y, hermana Minnie,
el Señor ama a los dadivosos.
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Es una mujer celosa e histérica
que haría cualquier cosa...
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incluyendo mentir
para perjudicar a O'Malley.
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- ¿Es ése el caso?
- No.
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Hay un fardo de algodón,
el hombre blanco que vio Excavador...
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un tiroteo y el terrible asesinato
de Booker Washington Simms.
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- ¿Quién?
- Tío Budd, el viejo vendedor de basura.
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Todavía estamos buscando su cadáver
en el río.
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Lo único que Ed y Excavador quieren
es detener a O'Malley por un día más.
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- ¿Qué?
- Ellos piensan...
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¡No me digas lo que piensan!
¡Dime lo que piensas tú!
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¿O acaso ya no haces eso?
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Podemos detenerlo por un detalle técnico
durante 24 horas, por ser domingo.