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¡ Eh, rebelde, no dé un paso más!
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Yanqui, voy desarmado.
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Eso es lo que me preocupa.
Dé media vuelta igual.
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- No lo ahogues.
- No.
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Se ha golpeado la cabeza, capitán.
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Echadnos una mano.
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¡ Pesa más que una cría de ballena!
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- Todo en calma, sargento.
- Esperemos que siga así, capitán.
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Será mejor que deje en paz esa venda,
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a menos que quiera empezar a sangrar.
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- ¿ Cómo se encuentra?
- Me duele.
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- Se dio un golpe con una roca.
- Qué estúpido dejarme atrapar así.
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Eso es cierto.
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Tiene la pierna perfectamente.
La venda me despistó.
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Me la prestó Bide.
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Es sangre, coronel.
De la bala de un yanqui.
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- ¿ Quién me tiró del caballo?
- Tuscarora.
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Yo también me hice daño, coronel.
Es usted un grandullón.
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Se han estado apropiando
de nuestros cargamentos de oro.
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- Es el cuarto que nos roban.
- El sur necesita dinero, coronel.
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¿ No nos hemos visto antes?
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- Sí.
- ¿ Cómo se llama?
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Pierre Cordona.
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Mitad francés, mitad mejicano,
de Nueva Orleans.
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Hace cinco años en Abilene.