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Si se fue por esa calle,
¿cómo no se lo dijo usted?
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Porque él era el débil
y había que protegerlo.
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La policía representa la fuerza,
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y los hombres como yo siempre
defienden al débil. Sea quien sea,
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y esté en la situación en que esté.
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No lo olvides Tristanita... No lo olvides.
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¡Qué guapa es! ¡Qué elegante!
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Era una señora de mucho ringo-rango;
casada con un marqués.
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Pero se metió Don Lope de por medio y ¡zas!
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Pues ¿qué hizo?
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Desafiar al marido.
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Fue una cosa muy sonada;
hasta en los papeles vino.
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Mejor que el señor no lo hay;
pero en cuanto ve unas faldas,
la apuntan los cuernos y la cola.
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Levántate de ahí, Tristana.
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Tú no has venido a esta casa como criada.
Aquí eres la dueña; y Saturna está para servirte.
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Así que Saturna anda, limpia esto.
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Estoy muy cansado, hija. He caminado mucho.
Traigo los pies deshechos.
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¿Le traigo las pantuflas?
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Sí, gracias. Eres un ángel.
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Me acuso de tenerte encerrada siempre en casa
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Pero, ¿qué quieres? No voy a llevarte
a la tertulia del café, o a pasear con amigotes.
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Además eso de tu luto es un engorro para todo.
El día que te decidas te llevo al teatro.
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De ti depende.
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Gracias, Tristana.
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¿Quieres que te diga una cosa?
Eres mi hijita adorada.
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Y sólo te pido que
me quieras como a un padre.
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Es usted muy bueno.
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¡Caramba! Visita. Me había olvidado.