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Eres muy buena, hijita.
¿Cómo no te voy a adorar?
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Déjame.
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- ¿Le sirvo la comida, señorita?
- Sí, sí. Vete.
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Luego le traigo su caldo, señor.
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Están muy ricos, señorita.
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Da gusto ver cuánto la quiere a usted el señor.
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Ojalá me quisiera menos.
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¡Pobre...!
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¡Hombre! ¿Aún estás tú ahí?
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¡Qué! ¿Muchos palos por ahí?
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¿Muchos palos?
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Pobres trabajadores. Tras cornudos, apaleados.
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El trabajo es una maldición, Saturno.
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Abajo el trabajo que uno tiene
que hacer para ganarse la vida.
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Ese trabajo no honra, como dicen algunos.
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Sólo sirve para llenarles la endorga
a los cochinos explotadores.
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En cambio el que se hace por gusto,
o por afición,
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ennoblece al hombre.
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Ojalá todos pudieran trabajar de ese modo.
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Mírame a mí. Yo no trabajo aunque me ahorquen.
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Y ya ves... vivo mal,
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...pero vivo sin trabajar.
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Vaya consejos que le da usted al chico.
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Menos mal que no oye, que si no...
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Ten cuidado con los palos
que andan sueltos por ahí.
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Anda; llévatelo ya.