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vida de casados.
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Reb Lazar Wolf,
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es usted un hombre decente.
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En nombre de mi hija,
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y de su nuevo esposo,
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acepto su regalo.
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Hay un famoso refrán...
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Reb Tevye,
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No me caso con su hija.
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No tengo que escuchar sus refranes.
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Si sólo escuchase...
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¡¿Por qué tengo que escucharlo?!
¡Un hombre que rompe sus compromisos!
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¡Tengo derecho a hablar!
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¿ Qué derecho? ¡No es su boda!
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¡Debería haberlo sido!
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Pero no lo es, gracias a Dios.
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Siéntense.
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Me ha humillado
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¡delante de todo el pueblo!
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¡Me ha humillado!
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Rabí, diga algo.
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Yo digo...
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Yo digo que nos sentemos.
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Sí, sí.
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Todos hemos escuchado
las palabras del rabino.
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¡Sentémonos!
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Ahora voy a cantar una pequeña canción.
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Dai-dai dai didol didol dai-dai
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No quiero su manzana.
Déjeme en paz.
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¡Quédese con sus pollos enfermos!
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¡Usted deje a mis
pollos al margen de esto!
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¡Hicimos un trato!
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No se fijaron las condiciones.
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- ¡Brindemos por ello!
- ¡Se acordó!
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Siéntese, ¿ vale?
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Un carnicero nunca
dejará de ser un carnicero.
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Un mentiroso nunca
dejará de ser un mentiroso.
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Siéntese, ¿ de acuerdo?
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Por si no lo sabe, son mis pollos...
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¡Tuve un presagio!
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¡Cállese! Estoy cantando.
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¡Cállense! ¡Cállense!