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¿Como si se avergonzaran de ello?
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Antes renunciaría a ahorcar.
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No, señor.
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La ley dice
que el culpable deber ser castigado.
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Y yo digo que debe ser castigado
a la luz del día...
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... y no a escondidas.
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Como si fuerais vosotros
los culpables, y no ellos.
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¿Qué hay de las damas, Juez?
¿Su delicada sensibilidad?
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- ¿Y los niños?
- ¿Los niños?
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Es exactamente lo que los niños
necesitan. Les sirve de ejemplo.
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Les enseña lo que pasa
cuando no se va por el camino recto.
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No se enfade, Juez.
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Sé quien puso
esas ideas en vuestras cabezas.
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Ellas no tienen nada que opinar.
Yo soy el que piensa aquí.
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¡Y podéis decírselo
a vuestras rameras!
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Quise decir, a vuestras esposas.
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Hay varias razones para explicar
la caída de Roma:...
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... el declive del ejército,
un aumento de las hordas bárbaras.
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- Pero yo tengo mi propia opinión.
- Aquí vienen de nuevo, Juez.
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Creo que fueron los baños romanos.
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Los generales romanos
ya no libraban sus propias batallas.
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Se bañaban en aceites perfumados,
se encariñaban con sus esclavas,...
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... se alimentaban
con lenguas de alondra.
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- Queremos pedirle una explicación, Juez.
- ¿Una explicación?
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- Sí, eso es.
- ¿Sobre qué?
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No tiene derecho a llamar a
nuestras esposas como las ha llamado.
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- He olvidado cómo las he llamado.
- La palabra no puede ser repetida.
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Rameras.
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Lo fueron en otros tiempos.
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Pero ahora son respetables,
mujeres casadas.
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- ¡Que les den!
- Lo ha vuelto a hacer, Juez
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Baje la voz, por el amor de Dios.
Ya tenemos bastantes problemas.
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Ellas oyeron lo que les llamó.
Dicen que deberíamos defender su honor.
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Y nos han llamado cobardes,
atemorizados cobardes.
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Dicen que no nos dejarán entrar
en casa, a menos que se disculpe.