Ultimo tango a Parigi
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Ahora puedo ver la toma.
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La cámara está arriba.
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Desciende despacio y te sigue.
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Vas avanzando
y se mueve hacia ti.

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También hay música.
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Se acerca más y más hacia ti.
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Tengo prisa. Empecemos.
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Pero...
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..¿no podríamos hablar un poco primero?
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Esta noche improvisaremos.
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Tú lo sigues.
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Fue mi amigo de la infancia.
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Solía mirarme durante horas.
Creo que él me entendía.

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Los perros valen más que las personas.
Mucho más.

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Te presento a Olimpia, mi niñera.
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Mustafá siempre sabía distinguir
a los pobres de los ricos.

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Si entraba alguien bien vestido,
él ni se inmutaba.

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Pero si entraba un desaliñado,
¡tenías que verlo! ¡Qué perro!

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El coronel le adiestraba para que
reconociera a los árabes por su olor.

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- Olimpia, abre la puerta.
- Dame un beso.

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Vete y ábrela.
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Olimpia es un compendio
de virtudes domésticas.

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Fiel, llena de admiración y racista.
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Después de que papá muriera, volvimos
durante una temporada a nuestra casa.

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Mi infancia se componía de olores.
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Olores viejos,
de paredes y habitaciones.

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Los niños venían a jugar en mi jungla
durante todo el día.

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Hacerse viejo es un crimen.
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Ésa de ahí soy yo.
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Y ésa es Mademoiselle Sauvage,
la profesora.

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Era muy estricta... y muy religiosa.
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Era demasiado buena. Te mimó de más.
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Ésa es Christine,
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mi mejor amiga.

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