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Tú sabes, Frankie, tuvimos una llamada
sobre ti del Centro de la ciudad.
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Ahora, no diré de quien.
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Ellos sólo dijeron que no se
podía confiar en ti, ¿sabes?
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- Porque no tome el dinero, ¿verdad?
- Vamos, Frank.
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Enfrentémoslo. ¿Quién puede confiar
en un policía que no se queda dinero?
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Quiero decir, eres bastante raro,
¿sabes hijo?
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Quiero decir, eres bastante raro,
¿sabes hijo?
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Les dije que estabas bien.
Te conocía del viejo 21.
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Nunca lastimarías a otro
policía, ¿verdad?
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Nunca lastimarías a otro
policía, ¿no Frank?
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- Eso dependería en lo que haya hecho.
- Esa es la respuesta incorrecta, Frankie.
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No estamos haciendo nada malo aquí.
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Estamos picando
un poco de dinero del juego.
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Es limpio. No es drogarse.
No lastima a nadie.
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Vamos, Frank.
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Los apostadores son caballeros, y van
a operar de cualquier forma, ¿correcto?
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Mira, Keough, no tienes
que justificarte conmigo.
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Haz lo que tengas que hacer.
¿Quieres un poco de té?
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No, no me gusta esa mierda.
Quiero café.
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¿Qué pasa, Frank? ¿Que te preocupa?
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Escucha.
No nos pasamos de aquí.
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No somos descuidados.
Somos cuidadosos.
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A lo hispanos, a los negros, les pegamos.
Ellos operan tan descuidados...
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que terminan con su culo
en agua caliente.
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Pero los Italianos,
eso es una historia distinta.
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Son hombres de palabra.
Son confiables, Franki
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- Realmente tienes que analizarlo.
- Mierda lo analicé.
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Vale la pena.
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¿Sabes cuanto
cuanto recogemos, Frankie?
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- No, no lo sabría.
- $800 por mes.
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Eso es 800 morlacos cada vez que tu novia
se echa una puteada. Libre de impuestos.