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Pero cuando pasó aquello terrible, y
después lo de la niña,
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me...
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y permíteme utilizar esta ridícula
expresión,
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me devolvió la pelota.
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Pensé seriamente que la culpa la
había tenido él.
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Porque había sido frío y calculador, y
al final incluso cruel.
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A mis labios sólo venían maldiciones
contra él.
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¿Y eso te atormenta ahora?
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Sí, y en mis manos está que él sepa
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que en mis días de convalecencia,
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que han sido casi los más hermosos
de mi vida,
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es cuando me he dado cuenta
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que tenía razón en todo.
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En el asunto con el Mayor Crampas,
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¿qué otra cosa podría haber hecho?
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Y con lo que más me hirió,
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el haber educado a mi hija en mi
contra,
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por mucho que me duela,
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y me cueste aceptarlo,
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él también tenía razón.
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Hazle saber que moriré convencida
de ello. Seguro que
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le consolará, le alentará, quizá incluso
le apaciguará.
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Porque había muchas cosas buenas
en su carácter,
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y fue todo lo noble que se puede ser
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sin ser amado.
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En la glorieta se produjo un pequeño
cambio.