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Cada día hay más alemanes.
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¡Sus armas van sobre ruedas!
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¿Qué le detiene?
¿Es que no lo ve?
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Esto ya no nos concierne.
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Quieren esta tierra
y lucharán por ella.
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Y después no quedará nada...
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...ni montañas, palacios,
orgullo u honor.
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¡Ningún árbol podrá resistir
ese viento!
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Y sin árboles, no hay sombra
para resguardarse del sol.
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¿Y qué es una tierra sin sombra?
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Un desierto.
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Y yo conozco bien el desierto.
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Sra. Pedecaris, habla usted
como una bereber.
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Debe de ser el calor.
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¿Por qué hace esto?
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No suelo aceptar
consejos de hombres...
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...y mucho menos de una mujer.
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¡Y ni siquiera es
una de mis esposas!
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¡Desde luego que no lo soy!
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¡No lo soy!
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Niños, venid aquí.
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Ya no es cosa nuestra.
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Que ellos decidan
qué harán con nosotros.
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Sra. Pedecaris, será
un placer devolverla...
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...a su Presidente Roosevelt...
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...¡porque me causa
muchos problemas!
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Quizá él sepa qué hacer con Ud.
No me incumbe averiguarlo.
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- Incluso tú te ríes del Raisuli.
- Esa mujer te domina.
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No digas eso ante mis hombres.
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¿Dónde están el honor
y el respeto?
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Todo cambia, todo
se transforma con el viento.
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Éste ha sido un mal año.
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Y el próximo
seguramente será peor.
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¿Dónde les cambio por oro?
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Yo les llevaré.
No arriesgues.
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¿Qué importa mi vida?
No tengo nada que hacer.