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¿Qué os trae por aquí?
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No estás avanzando nada, Reuben.
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Tenéis mis informes.
Sabéis a lo que me enfrento.
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- Estamos preocupados.
- Ya somos tres.
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Éste es un pequeño pueblo
baptista del sur, Reuben.
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- No hay que mojarse demasiado.
- ¿Me ves empapado?
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Tal vez la Sra. Webster quiera marcharse.
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- ¿Por qué iba a hacerlo?
- Esto la concierne. Intento facilitar...
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Vamos, por favor. Es tarde. ¿Qué queréis?
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Si la empresa quiere hacernos quedar mal,
buscará cualquier excusa para conseguirlo.
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Reuben, esos trabajadores
van a misa todos los domingos.
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Y ella les está hablando del sindicato.
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Dicen que hizo una película porno
con un policía. Una muy explícita.
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Enséñamela.
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No tiene por qué existir,
pero la gente habla como si existiera.
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Tiene un hijo ilegítimo. Ha tenido amantes.
Se acuesta en tu cama por las noches.
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Esto es increíble.
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¿Nos dedicamos a crear sindicatos
o a difamar a la gente?
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De repente, tras 18 horas de trabajo,
me viene la legión de la decencia.
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Se ha matado por esta organización.
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No ve a sus hijos
ni tiene tiempo de darse un baño.
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¿A mí qué me importa su vida privada?
¿Qué es esto? ¿La iglesia católica?
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- Es tu trabajo.
- ¡Y que lo digas!
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Demostradlo. Si no podéis,
¡largo de aquí! Largaos de todos modos.
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Lo siento, Sra. Webster.
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No quiero perjudicar al sindicato.
Si quieres lo dejo.
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¿Qué hacías durmiendo? Te he dicho
que pasaras a máquina unas cartas.