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Buenos días, Sr. Jacobi.
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Buenos días, señorita Vergerus.
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¿Qué ocurre?
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Busco a su gracia...
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No se le debe molestar.
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¿Puedo hablar con su mujer?
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Está indispuesta, descansando
en su cuarto
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y no debe ser molestada
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Mi madre está afuera y yo estoy
ocupada.
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Quizás a su Gracia le moleste si...
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¿Qué ocurre?
:02:35
Hace unos meses Su Gracia hizo
un negocio.
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¿De verdad? No recuerdo.
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Claro que no, srita. Vergerus.
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Su Gracia es cuidadoso y evita a su
familia preocupaciones tan triviales.
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¿Y en cuál de sus preocupaciones
pudiera usted estar involucrado?
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No quisiera ser vulgar.
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Sr. Jacobi, encuentro su ingenuidad
muy desagradable.
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No tengo ni tiempo ni deseos de
hablar con usted.
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- Hasta luego, Sr. Jacobi.
- Un predicamento de dinero.
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¿Disculpe?
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Su hermano estaba
en un predicamento de dinero.
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- ¿Podría sentarme?
- ¡No ahí! Ahí.
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De un modo peculiar...
no sé por qué
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aprecio su honradez.
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Y yo no aprecio sus lisonjas.
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¿Qué negocio tuvo con mi hermano?
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Hasta dónde yo sé, ninguno.
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Estoy cansada de sus acertijos.
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Diga lo que debe decir y váyase.
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Debo hablar con Su Gracia primero.
Es un asunto de dinero.
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Mucho dinero.
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¿Mi hermano le debe dinero?
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Al contrario. Es más bien esto:
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En noviembre, Su Gracia vino a
pedir prestado.
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Desafortunadamente, los judíos tenemos,
como principio no prestar a los clérigos.
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Sugirió entonces que yo comprara ese
baúl por un precio razonable.
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Me negué.