:29:09
Conal Cochran es un gran hombre.
Un genio de verdad.
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¡Papá!
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Conduce con cuidado, cariño.
Pudiste haberlo matado.
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¡No le hice nada! Oiga, disculpe.
Qué bueno que no le atropellé.
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Gracias por levantarla.
¿Se encuentra bien?
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No hay problema.
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Soy Buddy Kupfer, de San Diego.
Ella es Betty, mi esposa.
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Me da mucho gusto conocerlo.
:29:46
Y ése es el pequeño Buddy.
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- ¿Se arruinó?
- No.
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No te atrevas a andar en la calle!
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¿Me oyes?
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- Ya me tengo que ir.
- Lo voy a registrar, señor.
:29:58
Ya anoté mis datos. Dejé 40 dólares
bajo el registro. ¿Con eso basta?
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Por el cielo que sí. Gracias, señor.
Que tengan una estancia agradable.
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Supongo que es el Sr. Kupfer.
Sus habitaciones los están esperando.
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Maldita fábrica.
Se confundieron con los pedidos.
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Tendré que quedarme en este lugar
de mala muerte otra vez.
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Ah, qué maravilla.
¡Mi amor, no nos costará!
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Este sitio es un zoológico.
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Vi a Cochran.
Bueno, a su auto.
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- Tu padre se hospedó aquí el día 20.
- ¡Tenía razón!
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- Iremos directamente a la fábrica.
- Espera. Calma.
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Ya es tarde, me caería bien un trago.
Hay que tomarnos nuestro tiempo.
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¿Estás de acuerdo?
Digo, con quedarte aquí.
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Creo que mi ropa aguantará el uso
un día más.
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Quizá debería pedir otro cuarto.
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Eso despertaría sospechas,
¿no crees?