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Como se esperaba
su alineación es mucho más defensiva.
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Platón en la portería,
Socrates está al frente del ataque,
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y Aristoteles como recuperador.
Aristoteles, el hombre en mejor forma.
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Una sorpresa es la
inclusión de Arquímedes.
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Bien, aquí está el árbitro:
Con-Fu-Cu, Confucio
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y su dos jueces de línea,
San Agustín and Santo Tomás de Aquino.
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Y tan pronto como los dos capitantes
van juntos para chocar las manos
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estamos preparados para el comienzo
de esta excitante final..
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El árbitro, Sr. Confucio,
dense la mano...
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...y...ya están!
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Nietzsche y Hegel allí,
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El viejo Jaspers, número siete,
fuera del campo,
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Wittgenstein allí con ellos,
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aquí está Beckenbauer,
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Schelling allí,
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Heidegger cubriendo,
Schopenhauer,
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y ahora son los griegos.
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Epikuros, encontramos su número seis,
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Aristoteles, Empedokles
y Deraklites,
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y Demokrites con ellos,
aquí está Arquímedes, Socrates,
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allí está, Socrates,
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Socrates vamos pensando...
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allí está el balón, allí está el balón.
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Volveremos a éste
excitante partido
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en el momento en
que algo interesante pase.
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Muy agradable, ¿no lo es?
Muy agradable.
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Correcto, correcto.
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Un buen vaso de Château de Chasselas,
¿No es justo eso, padre?
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Oh, tienes razón, Obadiah.
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Exacto.
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¿Quien iba a pensar,
hace treinta años,
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que ibamos a estar aquí sentados
bebiendo Chateau de Chaselet, eh?
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Eso, eso.
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Aquellos días que teníamos que pedir
para poder tener para una taza de té.
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- ¡Correcto! ¡Una taza de té frío!
- ¡Correcto!
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¡Sin leche ó azúcar!
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¡Ó té!
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En una taza totalmente agrietada.