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Hay que contar chistes de Miami.
Si vas a Florida, hay que contarlos.
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Intenté contar chistes de Miami.
Ya no hacen reír.
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- ¿Por qué? ¿Qué pasó?
- Conté mi mejor chiste sobre Miami.
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Sobre lo caros que son los hoteles,
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1 50 dólares la noche, y que pregunté:
"¿No hay nada más barato?".
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Y me dice: "Hay una por diez,
pero ha de hacerse la cama".
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Así que me da un martillo y clavos.
Ése es el chiste.
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- Es un buen chiste. Hace reír.
- Sí, pero anoche nadie se rió.
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¿En serio?
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El público estaba tan inmóvil
que parecía un cuadro.
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No sé por qué, a mí siempre me funciona.
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¿Tú cuentas ese chiste?
Quizá lo haya aprendido de ti.
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Cuando empecé
en este negocio en Nueva York,
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actuaba entre 1 2 y 20 semanas
al año sin salir de la ciudad.
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- Había sitios como el Latin Quarter...
- El China Doll.
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- El China Doll...
- El Queen's Terrace.
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- Actuaba en el Boulevard...
- ¿Y en Jersey? En el Stagecoach...
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- En el Lamplighters.
- El Riviera, el Miller's.
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Mirad adónde hay que ir ahora.
Tú fuiste a Washington, y yo a Baltimore.
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- Necesitas buenas ruedas para trabajar.
- O un buen coche.
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Para mi primera imitación
fui a ver El séptimo velo.
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No quería ser un imitador. Sólo quería
aprender a hablar con acento inglés.
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La idea de imitar a James Mason
era lo último que me rondaba la cabeza.
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Me salió esa imitación
y desde entonces hago imitaciones.
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- Pero eso sólo es cuestión de físico.
- Luego imité a Picasso algún tiempo.
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¿Sabes dónde te vi imitar a Mason?