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Es cierto.
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Danny lo es todo para Lou.
Escoge sus canciones, el orden.
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Escoge sus camisas, su ropa.
Come con él. Son inseparables.
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Danny es su agente,
su amigo y su confesor.
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Tengo que cruzar la calle
y comprar una rosa blanca.
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¿Una rosa blanca?
¿Para qué la quieres?
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- He conocido a una tía.
- Lou, no me cuentes más,
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porque te van a pillar
en la habitación de un hotel,
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y acabarás pagando tres pensiones.
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- No, no, no. Esta tía tiene clase.
- Me lo imagino.
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- Es decoradora.
- Con el debido respeto. Estás casado.
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- Esto es diferente. Estoy enamorado.
- Genial.
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La rosa blanca de costumbre
para Tina Vitale.
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Que la nota diga: "Te quiero, bambina".
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Un momento. Lou, ven aquí.
Pasa a mi oficina.
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¿La rosa blanca de costumbre?
¿Cuánto tiempo llevas así?
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- Algún tiempo. Sé guardar un secreto.
- ¿Me ocultas algo?
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Sabía que te molestaría, que te
enfadarías por lo de mi mujer.
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Pero, Danny, Tina, es preciosa.
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- Es como una madona.
- Te creo.
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- ¿Sabe que estás casado?
- Le dije la verdad.
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Entonces, ¿qué clase de mujer es?
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Hace tiempo que quiero presentártela,
pero sabía que no te gustaría.
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Siempre he intentando explicarte
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que tarde o temprano acabarás
viéndotelas con el tipo de arriba.
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¿Acaso miento? Algún día
le tendrás que rendir cuentas.
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Eres un hombre casado. Piensa
en mi tía Rose, una mujer horrible.
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Se parecía a algo que compras
en una tienda de cebos.
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Era muy sabia y solía decir: "No puedes
cabalgar dos caballos con un solo culo".
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¿Entiendes lo que digo? Es eso.
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Bueno, así que pasa algún tiempo.
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Danny sigue luchando por los números
de los pájaros y del xilofonista ciego.
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De repente, la música nostálgica
se empieza a poner de moda.
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Y Danny encuentra actuaciones
para Lou con más facilidad.