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No vivimos en la condenada
Edad Media. Tenemos televisión.
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No estamos atrapados en la tierra
de Papá lo sabe todo.
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No he notado ninguna competencia
para ver chicas desnudas todavía.
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Yo tampoco, pero estoy esperando
pacientemente.
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Te diré
lo que me gustaría hacer.
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Pegar una foto de Playboy dentro de
cada himnario del reverendo Moore.
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Sí, ¿sabes qué más
podríamos hacer?
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Podríamos empezar uno de tus cabarés
en la iglesia.
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Eso es.
Eso es, amigo.
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¿Qué?
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Un baile.
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- ¿Qué?
- ¡Un baile!
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¡Podríamos tener un baile!
¿Sabes, un baile?
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- ¡Sabes a qué me refiero! ¡Baile!
- ¡Me vas a hacer enojar!
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¡Vamos a poner
a este pueblo de cabeza!
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¡Basta ya!
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Estuve en Denver el año pasado...
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durante una semana,
en una convención de la Biblia.
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Y todo el tiempo que estuve ahí,
la gente se me acercaba...
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y me preguntaba: "Reverendo, ¿cómo
puede vivir en un pueblo pequeño...
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tan alejado del ajetreo
y el bullicio del siglo XX?"
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Yo les decía:
"Jamás me preguntarían eso...
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si aunque sólo una vez,
por un solo minuto...
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experimentaran la sensación
de familia que surge de saber...
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que nuestras vidas están vinculadas
con cada uno de nosotros.
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Que todos sentimos
las mismas alegrías...
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las mismas penas y que
nos preocupamos el uno por el otro.
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Cada uno de nosotros se preocupa
por el otro".
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Les dije:
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"Me siento más cerca
de mi Señor allá.
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Y me siento más cerca...
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y más seguro con mi gente...
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y creo que ellos se sienten
más cerca de mí.
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El Señor nos sonríe allá.
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Y es por eso que me quedo".