Romancing the Stone
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Están movilizando para Hiroshima.
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- ¿Saben quién eres?
- ¿Tú qué crees,

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que voy por ahí, presentándome
a todos los polis en el pueblo?

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Y otra noticia, primo.
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Adivina quién está aquí.
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- Zolo.
- Te ganaste un premio. Correcto.

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Maldita sea, tienes razón.
Zolo se metió en mi coche.

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No sólo somos secuestradores, sino que
si me agarran me ponen en el potro.

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- ¿Tiene a sus hombres con él?
- No, no, no.

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Los va a reemplazar con los idiotas locales.
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Ah, no.
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- Mira.
- Maldita sea, Ralph. Consigue el mapa.

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No me grites, Ira. No me grites.
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Mira, ¿quieres matarme?
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Regrésame a Queens y mátame. No me dejes
morir en la selva como una maldita víbora.

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Ralph, maldita sea, no me importa lo que
tengas que hacer. Consigue el mapa.

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Tu hermanita tomó el camino equivocado.
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Y el tercer interesado que te dije,
está siguiéndola.

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- ¿El hombre que mató a mi marido?
- El carnicero que mató a tu marido.

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Un hombre muy poderoso
con un ejército privado que lo respalda.

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Y aunque se haga llamar Dr. Zolo,
Ministro de Antigüedades,

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o Coronel Zolo,
Sub-Comandante de la policía secreta,

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no es más que un carnicero.
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Mira esos maxilares.
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- ¿Qué pasa? ¿Te sientes mal?
- No. Perdí un botón.

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- ¿Que perdiste qué?
- Perdí un botón.


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