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Su Ilustrísima,
el Obispo de Aquila.
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El Obispo...ya veo...
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Bien, tiene mucho trabajo
que hacer.
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Ya he sido suficiente
carga para vos.
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Espero que nuestros caminos
se vuelvan a cruzar algún día.
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Te necesito para que
me guíes hasta el interior de la ciudad.
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¡Ni por la vida de mi madre!
Si supiera quien era.
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Eres el único que ha
escapado de allí.
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Fue suerte, pura suerte, un milagro.
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Caí en un pozo, y seguí mi olfato.
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He esperado casi dos años
una señal de Dios.
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Cuando oí las campanas
de alarma de Aquila...
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...supe que mi momento había llegado.
Tú serás al ángel que me guíe.
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¿Yo?
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Señor, la verdad es que hablé con Dios
todo el rato, pero Él no lo mencionó.
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Hay fuerzas extrañas en su vida.
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Fuerzas mágicas.
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No las entiendo,
pero me asustan.
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Vos me salvasteis la vida...
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...y nunca se lo podré recompensar.
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No tengo honor. Nunca lo tendré.
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No creo que me vaya a matar
por ser como soy.
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Pero sería mejor eso
que volver a Aquila.
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Voy a buscar leña para el fuego.