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Nos vamos a Magadi a cazar marfil.
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Al menos ahora tengo algo
que ofrecerle.
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¿Tiene la intención de decirle
a Berkeley lo tonta que fui?
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Una leona se interesó
un poco por ella.
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¿Un poco? Un poco,
pero no lo suficiente para morderme.
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Está bien arriesgarse, siempre que
uno solo sea el que paga.
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- ¿No dirías, Berkeley?
- Digo que eso dirías tú.
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- Gracias.
- De nada. ¿Dónde está Blix?
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- De caza.
- ¿Hace mucho que se fue?
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Sí.
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Entonces necesita compañía.
¿Cenamos aquí, Denys?
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- Usaremos algún esmoquin de Blix.
- ¿Yo no puedo opinar?
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- No, pero la oiremos.
- Me gustaría que se quedaran.
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Muy bien. ¿Denys?
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No sé. ¿Canta Ud.?
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- Jamás.
- ¿Sabe contar un cuento?
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En eso soy muy buena.
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Le creo.
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¿Qué ocurrió con las vacas?
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Cambiamos de idea.
Plantaremos café.
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- Es arriesgado a esta altura.
- Eso me han dicho.
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- No parece preocuparle.
- Creo que nunca lo han intentado.
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Pero la maleza no deja de resurgir.
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Resurgirá.
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- ¿Su hombre?
- Kanuthia.
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- No es un kikuyu.
- No.
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- ¿Hago que le den cena?
- No haga nada por él, gracias.
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Los somalíes son la única tribu
que sabe de caballos...
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y no beben ni cobran interés,
ni persiguen mujeres casadas.
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¿Sabe que no hay ni un solo poema
que celebre los pies?
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Hay de labios, ojos,
manos, rostros...