Jean de Florette
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podrían hablarle de ese manantial.
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Eso sí sería grave.
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No. Su madre le advirtió
que evitara a la gente de Bastides.

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Me dijo que comprará el pan
en Ruissatel...

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y que nadie debe saber
que es de Crespín.

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Pero nosotros lo diremos.
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Diremos que un hombre de Crespín
compró la granja...

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pero sin mencionar
el nombre de Florette.

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Mientras tanto, tú actúa amistosamente,
dale una mano, préstale mi mula.

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Y, sobre todo, lisonjea a su esposa.
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Un puñado de almendras,
dos petirrojos, un cesto de higos...

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de ese modo, cuando se marche,
te venderá la granja a ti, no a otro.

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Le dije que para beber,
podía venir a buscar agua a mi pozo.

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Una o dos veces por día.
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Pero no lo hice por lo que tú dices.
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¿Por qué entonces?
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Taponar el manantial no fue un delito.
Fue para mis claveles.

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Pero si beben el agua de la cisterna,
morirán los tres.

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Entonces estaría siempre
en mi conciencia.

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Eres igual a tu pobre madre.
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Pero hiciste bien.
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Trataré de desalentarlo.
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Le diré que la tierra está podrida...
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que los saltamontes se comerán
su cosecha, que nunca llueve...

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¡Cállate!
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Al contrario, dile que los "aténticos"
son formidables, que llueve mucho...

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y que debe comenzar enseguida
todos sus grandes proyectos.

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Recuerda: Es mucho más fácil...
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empujar colina abajo
que colina arriba.

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Así que empújalo
en la dirección que va a caer.


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