Mississippi Burning
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Le aseguro que
nuestros negros eran felices

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hasta que llegaron esos universitarios
beatnik y empezaron a alborotar.

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Antes nadie se quejaba.
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Nadie se atrevía.
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Ésta es una comunidad
muy pacífica, Anderson.

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Claro que son como cualquiera,
supongo, si se les fastidia demasiado.

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Yo lo veo como
tres cartuchos de dinamita vieja.

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Si se agita, las calles
se cubrirán de cadáveres.

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He venido a investigar la desaparición
de tres chicos y hacer unas preguntas.

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Si hiciéramos una salsa con todo,
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no habría suficiente para mojar pan.
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Me apuesto lo que quiera a que
los chicos que buscan están en Chicago,

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bebiéndose una cerveza y riéndose
del jaleo que han armado aquí.

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Realmente espero que así sea.
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Puede decirles a sus jefes que la gente
tiene una idea equivocada del Sur.

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Ya sabe a qué me refiero.
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A un montón de harapientos,
atrasados y analfabetos,

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que comen tocino
y pan de maíz tres veces al día.

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La verdad es, Anderson,
que aquí abajo tenemos dos culturas.

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la blanca y la de color.
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Siempre ha sido así,
y siempre será así.

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- El resto de América no lo ve así.
- El resto de América importa una mierda.

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Ahora está en Mississippi.
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¡Sin duda!
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- ¿Cómo va el marcador, señor barbero?
- Gana St. Louis, cinco a cero.

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- ¿En qué manga?
- Final de la séptima.

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- ¿Le gusta el béisbol, Anderson?
- Sí. ¿Sabe?

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Es el único lugar en el que un negro
puede agitar un bate ante un blanco

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y no provocar un disturbio.

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