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Miembro del club social.
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Creí que me invitaría a una cerveza.
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Dale una cerveza, Frank.
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Me encanta estar de nuevo
donde reina la ley seca.
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Cuando era sheriff, la mitad del sueldo
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venía de recaudar impuestos
de garitos ilegales como éste.
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Aquí seguro que hacen lo mismo.
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Sacaréis unas perras, haciendo
la vista gorda con los contrabandistas.
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No sé nada de eso.
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Sí, unas buenas perras.
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- ¿Tiene algo más fuerte, ayudante?
- No, nada de eso.
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En Thornton, Mississippi,
hay una destilería en todos los cobertizos.
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Lo único que se necesita es maíz,
azúcar y una caldera para hervirlo.
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Una vez quise tomarle
las huellas a un sureño.
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Se había pasado la vida
con la mano en el alambique.
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No tenía piel en el dedo. No tenía huellas.
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No nos interesan sus historias
de sureños de Mississippi.
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Usted ya no es de aquí.
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- Además, ¿por qué se fue?
- Necesitaba un cambio de aires.
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Empezaba a saberme mal
la sémola de maíz.
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Pues si eso es lo que opina, Sr. FBl,
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¿por qué no vuelve con sus jefes
comunistas y amantes de negros?
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No conoce a mi jefe, el Sr. Hoover.
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No le caen bien los comunistas.
En eso estaría de su parte.
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Me importa una mierda
de parte de quién está el Sr. Hoover.
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Sólo sé que tenemos 5.000 negros
en este condado que no están censados.
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Y, por lo que a mí respecta,
nunca lo estarán.
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Así que dígales a sus jefecillos de
Washington, que no nos van a cambiar.
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Lo harán por encima de mi cadáver,
o de un montón de negros muertos.