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no tranquilizó su conciencia
llevando la corona de Francia
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hasta asegurarse de que
la bella reina Isabel, su abuela,
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descendía de doña Ermengara, hija de Carlos,
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el antedicho duque de Lorena,
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por cuyo matrimonio la línea de Carlomagno
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se unió a la corona de Francia.
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Así pues, está tan claro
como el sol de verano.
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Todo coincide en sostener el derecho
y títulos de la hembra.
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Eso han hecho los reyes de Francia
hasta el día de hoy.
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Sin embargo,
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ellos sostendrían la Ley Sálica
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para privar a Vuestra Alteza de unos
derechos procedentes de hembra.
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¿Puedo, en derecho y en conciencia,
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hacer esta reclamación?
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El pecado recaiga sobre mi cabeza,
temido Soberano.
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¡Defended vuestros derechos,
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desplegad vuestra bandera de sangre!
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Vuestros hermanos, reyes y monarcas,
esperan que os levantéis
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como hicieron los primeros leones
de vuestra raza.
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Jamás un Rey de Inglaterra
tuvo nobles más ricos,
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ni más leales súbditos,
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cuyos corazones han dejado sus cuerpos aquí,
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y plantaron su pabellón
en los campos de Francia.
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¡Oh!, que sus cuerpos los sigan,
mi querido señor,
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con sangre, espada y fuego
para ganar vuestro derecho.
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En ayuda de lo cual, nosotros,
los de la espiritualidad,
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entregaremos a Vuestra Alteza
una suma tan alta
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como jamás el Clero ofreció
a ninguno de vuestros antecesores.
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Llamad a los mensajeros
enviados por el Delfín.