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"¡Dios!"
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Tres o cuatro veces.
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Yo, para confortarlo, le dije que
no debía pensar en Dios;
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esperaba que aún no necesitase
perturbarse con tales pensamientos.
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Me pidió que le pusiese
más ropa en los pies.
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Metí la mano dentro de la cama
y se los toqué.
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Estaban fríos como una piedra.
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Después le toqué las rodillas,
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y más arriba,
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y arriba.
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Y todo estaba tan...
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frío como una piedra.
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Dicen que pidió vino seco a voces.
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¡Sí, lo pidió!
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- ¡Y mujeres!
- ¡No, eso no lo pidió!
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¡Sí que lo pidió!
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Dijo que eran demonios encarnados.
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Nunca pudo soportar el encarnado.
Fue algo que nunca le gustó.
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Una vez dijo que el diablo se lo llevaría
por las mujeres.
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Bueno, lo hizo en cierto modo.
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Manejaba mujeres.
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Pero entonces tenía reuma
y hablaba de la puta de Babilonia.
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¿Recordáis que vio una pulga
sobre la nariz de Bardolph
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y dijo que era un alma negra
ardiendo en el Infierno?
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Bueno, el combustible que alimentaba
ese fuego ha desaparecido.
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Es toda la riqueza que obtuve
a su servicio.
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¿Nos vamos?
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El Rey se habrá ido ya de Southampton.