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¡Dios por Harry,
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Inglaterra y San Jorge!
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¡Vamos! ¡Vamos!
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¡A la brecha, perros!
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¡Avante, miserables!
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Capitán Fluellen,
debéis venir inmediatamente a las minas.
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El duque de Gloucester
quiere hablar con vos.
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Decidle al duque
que no es tan bueno ir a las minas;
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porque las minas no son acordes
a las disciplinas de la guerra.
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¡Por Jesús!
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Creo que lo volará todo,
si no hay mejor dirección.
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El duque de Gloucester,
a quien se le ha dado el mando del asedio,
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está totalmente dirigido por un irlandés.
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- El capitán Macmorris, ¿no es así?
- Creo que sí.
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Es un asno como no hay otro.
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No tiene más conocimiento
en la verdadera disciplina
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de la guerra que un cachorro.
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Aquí viene el capitán escocés
y el capitán Jamy.
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El capitán Jamy es un maravilloso
y valiente caballero, eso es cierto.
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Os doy los buenos días, capitán Fluellen.
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Buenos días a vuestra señoría,
buen capitán James.
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Capitán Macmorris,
¿habéis dejado las minas?
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¡Por Cristo!
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El trabajo es abandonado,
la trompeta toca retirada.
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Por mi mano que la obra es mal hecha.
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Capitán Macmorris,
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os suplico ahora
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algunas discusiones
tocantes a las disciplinas de la guerra,
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en parte para satisfacer mi opinión
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y en parte
para la satisfacción de mi espíritu
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en lo relativo a la dirección de la
disciplina militar. Ésa es la cuestión.
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No es momento de discursos,
que Dios me salve.
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La ciudad está sitiada,
la trompeta nos llama a la brecha
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y nosotros hablamos y, por Cristo,
no hacemos nada.
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Por la misa que antes de que mis ojos
se dejen llevar por el sueño,