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y esta noche estará
rodeada de gente. Me perdonará.
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Fuimos compañeras de universidad.
Pero ya no nos vemos casi...
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Me invitó por compromiso.
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No sé bien por qué he venido.
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Bueno, sí. Lo sé muy bien.
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Bueno, no. No Io sé.
¿Me entiendes?
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Sí, perfectamente. Incluso...
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¿Qué?
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Podrías tener muchas razones...
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Como ver a alguien
que no es Corinne
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y que tampoco está pero podría
venir más tarde.
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Sería posible, pero no es eso.
La situación es menos novelesca.
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Quizá Io sea más, porque
es totalmente absurda.
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Si con el anillo de Giges...
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¿El anillo?
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El anillo de Giges.
Sale en Platón.
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Con éI te vuelves invisible.
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Si alguien hubiese sido
testigo, desde esta tarde,
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de todos mis movimientos
y palabras,
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su sentido se le habría escapado
por completo,
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si es que Io tiene. Porque el que se
me ocurre es de Io más pueril.
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¿De qué se trata?
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No tiene interés.
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¡Dilo igual!
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No tiene ningún interés.
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Digamos que nunca me aburro,
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aunque no haga nada, me basta
mi pensamiento para entretenerme.
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Pero hoy me invade una
impaciencia infantil
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que no le deja detenerse en nada.
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¿Entonces, esperas algo?
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No espero nada ni nadie...
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ni siquiera a Corinne.
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Espero que acabe la noche
y que salga el sol.
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¿Tienes insomnio?
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¡En absoluto!
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Es más: antes de hablar contigo,
tenía mucho sueño.
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Entonces, duerme.
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¿Dónde, aquí?
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No, en tu casa, en París.
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¿Estás en la calle?
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Exactamente.
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Sin embargo tengo Ilaves
de dos pisos.