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Prueba ahí abajo.
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Tiene que estar por ahí.
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Por la escalera.
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No quería interrumpir.
Sólo quiero descansar un momento.
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Entre. Bienvenido.
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Es tarde y estamos solos.
¿Cómo te llamas, cariño?
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- Kleinman.
- Siéntese, Sr. Kleinman.
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- Voy a ponerle una copa.
- Jack es un cliente habitual.
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El ambiente es más estimulante
aquí que en la universidad.
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- Los estímulos son cosa nuestra.
- Exactamente.
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Comentaba con estas señoritas
las metáforas de la perversión.
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Ay, Dios mío. Palabras mayores.
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Al magistrado le gusta que
lo ate de pies y manos.
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Exacto. Le privas de la libertad
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y todo se convierte en gozo,
deleite y excitación sexual.
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- Le asusta su libertad.
- ¿Por qué se asusta?
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¿Quién sabe? De sus impulsos.
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- Poder, lujuria, asesinato.
- El asesinato está penado por la ley.
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- ¿Es que no se ha enterado?
- Los hay que sólo obedecen sus reglas.
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¿Es eso lo que os enseñan
en la universidad? ¿A ser superiores?
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No.
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Aprendemos hechos. Sólo hechos.
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Lógica
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y matemáticas, y cómo deprimirse.
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Vuestro problema es
que no creéis en nada.
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Dicho por una puta redomada
que sólo cree en el dinero.
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¿No será mejor un dios falso
que no tener ninguno?
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Éste tiene pinta de tipo reflexivo.
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¿Qué opinas de los asuntos divinos?
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- Discúlpeme. ¿Yo?
- Te pregunto si crees en Dios.
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Es increíble. Es la tercera vez
esta noche que me preguntan eso.
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Me encantaría, créame.
Sé que sería más feliz.