Madadayo
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Muchos de los pájaros
que teníamos...

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murieron abrasados
durante el ataque.

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Mi esposa insistía
en liberarlos de las jaulas...

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ya que no podíamos llevárnoslos.
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Pero un pájaro liberado...
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por la noche habría acabado
cayendo en el fuego...

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y, para arder de todos modos...
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más valía que murieran en las jaulas
que les eran familiares.

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Y los dejamos.
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-¿Veis ese pajarito?
-Sí.

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Lo encontró un niño del barrio
y nos lo dio a nosotros.

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Debió caerse del nido.
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Era muy pequeño, recién nacido,
aún no tenía plumas.

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¡Vaya!
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Puesto que lo hemos criado
desde entonces...

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mi esposa insistió mucho...
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y no ha querido
que nos desprendiéramos de él.

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Así que lo trajimos...
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Pero lamentamos
la pérdida de los otros.

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Esta casa, en lo único
que se parece un poco...

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a la ermita de Hojo-kies
es en el tamaño.

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Carece totalmente de su elegancia.
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Desde aquí no se oye el agua clara de
las montañas corriendo por el bambú.

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El único sonido que se oye...
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es el de alguien que está
orinando junto a la pared.

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Yo me pregunto...
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¿por qué la gente se molesta
en orinar siempre en el mismo sitio?

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Creedme,
todos lo hacen ahí.

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El cartel que lo prohíbe
no servía de nada.

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lncluso poner la foto de un templo
resulta ineficaz.


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