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Querido William:
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Te abrumas con demasiada
responsabilidad, como siempre.
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Nuestros hijos encuentran
su propio camino.
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Son obstinados, es verdad.
Pero, dime...
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¿cómo podemos tú y yo
quejarnos de obstinación?
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Con respecto a Samuel,
tengo grandes nuevas.
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En un té en Harvard...
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conoció y quedó prendado
de la Srta. Susannah Finncannon.
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Sé que te sorprenderá muchísimo...
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pero se han comprometido.
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La llevará a Montana
para que conozca a sus hermanos...
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y a ti.
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Así que, William,
por favor compórtate...
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y demuestra todo ese encanto
que sólo tú tienes.
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¡Ahí está!
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- ¿Cómo estás?
- Bien.
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- Padre.
- Me alegro de verte.
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Igualmente.
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Esta es mi prometida, Susannah.
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- Gusto en conocerlo.
- Es un honor.
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Y éste es Alfred.
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Encantado.
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- Su perro, señorita.
- ¡Es un caballo!
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Qué animal extraño.
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Es Finn. Es un campeón.
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¿Le gustan los perros exóticos,
Srta. Finncannon?
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Mucho, Sr. Ludlow.
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- Llámame Susannah.
- Está bien.