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¿Dónde lo perdiste?
¿Por dónde viniste?
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Vuelve por el mismo camino
y lo encontrarás. No llores.
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Vamos.
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¿Aún sigues aquí?
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¿No has encontrado tu dinero?
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No, no lo he encontrado.
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Pobrecita, qué mal lo estás pasando.
¿Dónde vives?
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- Por ahí.
- Te acompañaré.
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Piensa.
¿Recuerdas dónde lo perdiste?
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¿Pasaste por aquí?
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Por donde están
los encantadores de serpientes.
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¿Dónde está tu pecera?
¿Por qué no la has cogido?
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- La dejé en la tienda.
- ¿Por qué?
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No quiero la pecera
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hasta que no consiga el pez.
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Me paré aquí.
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¡Aquí!
¿Por qué viniste aquí?
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No debías haberlo hecho.
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Este no es un lugar para ti.
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¿Has visto alguna vez
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a una niña sola, como tú,
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o a una mujer como yo aquí?
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¿No te han dicho tus padres
que no debes venir aquí?
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Cada vez que pasábamos
por aquí,
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decía a mis padres
que quería mirar un ratito,
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pero no me dejaban. Una vez,
antes de empezar el colegio,
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vi a un hombre mirando
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y llevaba a su hija
encima de sus hombros,
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así que le pedí a mi padre
que me aupase,
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pero dijo que éste no era
un lugar para niñas.
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Dio media vuelta
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y me dijo que le siguiese.
Hoy, al pasar,
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vi que mi madre iba por delante
y me paré a mirar.
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¡Te dije que no era
un lugar para ti!
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Quería ver
lo que no era bueno para mí,
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lo que jamás me dejan ver.
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¿Comprendes ahora por qué
no es bueno para ti?
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Sí.
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¿Y no volverás más aquí?