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pero lo que hice después fue probablemente loco,
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y nunca me lo perdonaré...
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Entre en el baño,
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y amontonadas contra la pared de la ducha,
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vi unas seis o siete cámaras.
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Nuevas, cámaras de treinta y cinco milímetros,
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aún en sus cajas.
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No había fotografiado en mi vida,
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mucho menos robado,
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pero en el momento que vi esas cámaras en el baño,
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Decidí que quería una.
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Así.
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Y sin incluso pararme a pensarlo,
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Puse una de esas cámaras bajo mi brazo y volví al salón....
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No me había ido ni tres minutos,
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pero en ese tiempo la abuela Ethel quedó dormida.
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Demasiado Chianti, supongo.
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Fui a la cocina a lavar los platos,
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y se durmió con toda la estafa, ronroneando como un bebé.
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No parecía que hubiera ningún punto de molestia en ella,
y decidi irme.
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No pude ni escribir una note para decirle adiós, sabiendo que era ciega,
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así que me fui.
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Puse la cartera de su nieto en la mesa,
cogi la cámara otra vez, y salí del apartamento...
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Y ese es el fin de la historia.
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¿La volviste a ver?
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Una vez, tres o cuatro meses después.