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no se revele contra su origen haciendo daño.
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La virtud se vuelve vicio al ser mal aplicada,
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y el vicio se dignifica en la accion.
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En el cáliz tierno de esta débil flor...
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residen el veneno...
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y la potente medicina,
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que al olerse deleita al cuerpo todo,
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y al probarse
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mata el corazon y los sentidos.
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Dos reyes así enfrentados acampan en
el hombre, igual que en las hierbas,
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la virtud y la baja pasion.
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Y cuando predomina lo peor,
pronto el gusano mortal
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devoraría esa planta.
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¡Buenos días, padre!
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¡Benedicite!
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¿Qué voz tan madrugadora me saluda?
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Buenos días, Romeo.
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Buenos días.
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Hijo, despedirse de la cama a estas horas
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indica una mente preocupada.
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O, si no es eso, imagino que quizá...
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nuestro Romeo no durmio
anoche en su cama.
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Bien cierto es eso; dulce descanso el mío.
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¡Dios perdone el pecado!
¿Has estado con Rosalina?
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¿Con Rosalina? ¡No, mi reverendo padre!
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He olvidado ese nombre y sus penalidades.
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Bien, hijo mío.
¿Donde estuviste entonces?
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Haciendo fiestas con mi enemigo,
donde de pronto fui herido por alguien
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a quien herí del mismo modo.
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La curacion de los dos está
en tu ayuda y tu sagrada medicina.
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Habla claro, hijo mío,
y procura ser más conciso.
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La confesion de enigmas
solo absuelve enigmas.
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Lo diré llanamente. Todo mi amor es
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para la hija del rico Capuleto.
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Cuándo, donde y como nos encontramos,
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intercambiamos votos y nos juramos amor,
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os lo diré por el camino.
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Pero os ruego que nos caséis hoy mismo.
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¡San Francisco bendito!
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¡Qué cambio es éste!
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¿Tan pronto has conseguido olvidar
a Rosalina, a la que tanto amabas?