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La tienda de lujo, mamá.
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- ¡La tienda de lujo!
- Perpétua lo adivinó.
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- ¡Alguien viene por allí!
- ¡Es Ascánio Trindade!
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¡Mire eso!
¿Sabias que venía?
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No, juro que no.
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¿Para que qué?
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No podía dejar de venir y contarle,
Dona Antonieta.
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Yo he estado luchando mucho tiempo.
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Y usted llamó a un senador...
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y dentro de tres días...
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¡Parece un milagro!
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Me dice que alquiló
un barco, vino río abajo...
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cruzado todas esas dunas
en un asno, balanceando las piernas...
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en un día de domingo...
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¿solo para decirme eso?
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Gracias a Dios yo llegué
al ayuntamiento a tiempo.
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Porque los hombres de la hidroeléctrica
casi estaban hablando con el alcalde.
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Ellos empezarán
el trabajo en seguida.
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Nosotros tendremos luz eléctrica
a principios de año. Gracias a usted.
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- Yo apenas ayudé un poco.
- ¿Un poco de licor?
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- El trabajo era todo suyo.
- ¡Tieta es nuestra santa protectora!
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Y Ascánio Trindade
¡nuestro capitán del alba!
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Sabes, Nora...
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fue aquí, en estas dunas,
donde perdí mi virginidad.
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¡Dios mío!
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Un vendedor ambulante. Contrabandista.